Voces divinas. Una historia desafinada

A veces las voces divinas suenan inesperadas

Una historia “desafinada”

Todas las voces son divinas cuando se entregan completamente a lo sagrado. Esto es lo que aprendí hace ya mucho tiempo en una experiencia que aún hoy mientras la escribo me deja con los pelos de punta.

Yo tenía unos 20 años y durante algún tiempo participé en unos encuentros ecuménicos donde se reunían jóvenes provenientes de todo el mundo con sus distintos credos y tradiciones espirituales. Fui una buscadora desde muy joven, el contacto con la naturaleza sobre todo me conectaba directamente con lo trascendente y el misterio de la vida. Buscaba formas de comunicarme con algo que estuviera más allá de mi.

Por entonces hablábamos de Dios, concepto heredado de la influencia de la iglesia católica,  para dirigirnos a lo que en la actualidad  (más allá de Allah, Brahman, Atman, etc.) nombramos con múltiples denominaciones como energía cósmica, campo astral o cuántico, el gran espíritu, la vibración cósmica para referirnos a la experiencia espiritual de conexión con lo divino y trascendente.

Por azares de la vida, en aquella época, di con el movimiento ecuménico de Taizé dirigido por el  Hermano Roger en Francia.

Durante las épocas navideñas,  participé dos o tres veces de unos encuentros en donde miles de jóvenes nos desplazábamos en autocares hasta la Basílica del Vaticano de Roma o de Saint Paul en Londres.

Estos lugares de alta connotación religiosa, de pronto se convertían en espacios diáfanos, sin los típicos bancos de madera de las iglesias. Lo cual nos permitía sentarnos por el suelo y así durante horas ir cantando mantras de muchas tradiciones espirituales y en diversos idiomas. También se formaba una orquesta juvenil que, de manera improvisada y maravillosa,  acompañaba nuestros cánticos.

Me gustaba mucho participar de estos encuentros multitudinarios,  sentía regocijo al sentirme unida a tanta juventud que venía de tan lejos respondiendo a una llamada interior y que nos unía para cantar a Dios.

Mi formación musical, totalmente académica, me hacía saborear con deleite toda esa música que en aquellos momentos creábamos en comunión.

Ocurrió algo inesperado

Una tarde, mientras estábamos cantando, recuerdo que me empezó a incomodar una voz por detrás que cantaba totalmente desentonada. Al principio intenté no prestar atención y seguir con lo mío, pero ese joven parecía que se entusiasmaba y cada vez cantaba con más fuerza. Yo, con mi oído educado y refinado de conservatorio y crecida en una familia de músicos, no pude menos que sacar a mi juez interno desaprobando tal infeliz osadía. Más afinaba mi atención y más parecía que esa persona, lejos de disimular su desafinación, la acentuaba con pasión y energía. Dentro mío me decía: 

“Pero ¿por qué no se calla? ¿no le dará vergüenza estropear toda esta armonía celestial?,  podría cantar más bajito, no?…” 

Mi cabeza criticona no podía más.

Finalmente en un arrebato impulsivo me giré con una mirada furibunda y fulminante para ver quién sostenía tal desafino con tanto ímpetu y desfachatez.

El boomerang se me volvió contra mí como un dardo cuando me encontré con un muchacho paralítico cerebral en una silla de ruedas que cantaba a pleno pulmón como podía dada su condición. Cantaba con todo su corazón y se entregaba a Dios en completa devoción. Se me salen las lágrimas mientras lo escribo y lo recuerdo de nuevo.

Una gran lección inolvidable

Y hoy, a tantos años ya de aquella experiencia solo puedo decirle: 

Querido muchacho desconocido, te abrazo con todo mi corazón pidiéndote perdón por mi maltrato crítico inconsciente. Yo, con mi canto bellamente afinado, no llegaba a las suelas de tus zapatos en esa entrega y rendición completa a lo divino. 

La lección que me diste, llega hasta el día de hoy en mis juicios y comentarios respecto a la voz, el canto o los tonos de otras personas. Siempre llevo conmigo tu enseñanza explícita y tu ejemplo de lo que significa verdaderamente una voz divina que canta con devoción y entrega.

Muchas veces he traído como ejemplo esta experiencia cuando explico lo que es el canto libre, donde no importa que tengas un buen oído musical o una bella voz para conectarte con lo profundo de tu corazón y también con lo divino. Comparto hoy también con admiración y alegría esa entrega sagrada desde el ser divino que desplegaste en aquel momento para que siga vibrando e inspirando a quien le pueda servir.

Y si algún día y por esas casualidades que tiene la vida, estas líneas llegan a tu conocimiento, que sepas que donde quiera que estés, mi voz se une hoy con la tuya deseando que te llegue toda mi admiración y mi amor. 

¡Gracias, Gracias, Gracias!

Contigo siempre en el corazón.”

Rosa

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