¿Qué hay en el inconsciente?
El inconsciente es esa gran caja de Pandora donde se van almacenando todos nuestros aprendizajes. Todo lo que vivimos viene registrado y ordenado en el cerebro. Aquello que hemos integrado en forma adecuada se registrará como aprendizaje y no tendremos que pensar más en ello. Es lo que ocurre cuando aprendemos a conducir, al principio iremos despacio para no olvidarnos de ninguna maniobra importante, pero después conduciremos en modo automático ya que ese aprendizaje se instalará en el disco duro del inconsciente y no le daremos más vueltas.
¿Por qué algunas situaciones se repiten en nuestra vida?
Con todo, algunas de las situaciones que vivimos no las hemos conseguido digerir convenientemente, y aunque intentamos que no emerjan a la consciencia, claman por surgir a la luz y orientarse hacia una conclusión más adaptativa. Es lo que en Gestalt llamamos «asuntos inconclusos». La vida te los va proponiendo una y otra vez hasta su conclusión. En la medida en que se evite tocar ciertos temas negándolos, estos nadan en el inconsciente hasta que algún anzuelo externo lo pille y lo ponga de nuevo en danza. Y de esta manera darle otra oportunidad de cierre y digestión.
Hay algunas situaciones en las que una persona puede haberse quebrado por no tener los recursos suficientes para hacerles frente cuando sucedieron. Y tal vez esta persona no consiga por sí misma transitar por esta situación sin ayuda. Lo más plausible es que se defenderá y se resistirá lo más posible para no entrar en ese dolor y sufrimiento, pensando que no lo va a soportar. Esto es algo muy común en situaciones traumáticas vividas en la infancia.
¿Cómo puede en este caso intervenir el canto terapéutico?
Sabemos que el canto terapéutico predispone a la persona a entrar en trance. Ese estado que alcanzamos con canto libre y entonaciones y que nos permite cerrar por un tiempo la puerta a nuestra parte racional y por tanto, a nuestro mecanismo de defensa.
Lo que ocurre al cantar es que al entrar en trance abrimos también la puerta a nuestro inconsciente, dejando que la voz libre arrastre todo el movimiento emocional que estaba estancado por tanto tiempo.
Es así que el canto libre se revela un canto terapéutico, liberador y sanador de vivencias que nadaban sin salida en el mar oscuro del inconsciente.